domingo, 7 de junio de 2015

Capítulo 14 y 15

Aquel pequeño cuarto que habitaba Iluné todos los días, hoy parecía haberse achicado. La noche había llegado y él sentía que faltaba algo, que había dos piezas que no encajaban, que su mundo no estaba bien balanceado. Bien podría haber sido por la exposición al sol que había sufrido ese día y que lo había dejado mareado, pero interiormente sabía que no era eso, sabía que si el cuarto se sentía vacío era porque faltaba algo.
O más bien alguien.
-No era posible que se hubiera encariñado con aquella mujer- Pensaba en el momento en el que se recostaba en la cama. Al apoyar su cabeza se centró y tuvo que sacudirse más de una vez para sacarse la imagen de la cabeza. Cerró los ojos y le vino la cara de aquella mujer, le causó gracia, ni siquiera la recordaba con una sonrisa o algún gesto agradable sino con el ceño fruncido y mientras se preparaba para atacar.
Se levantó de la cama para ir a tomar agua y tratar de relajarse.
Esa noche no pudo dormir.

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Berena no tuvo ningún problema para dormir, el cansancio que tenía era inmenso y no se había recuperado completamente del gran golpe que le había proporcionado su propio alejador.
Recordó eso antes de recostarse, lo desconectó y lo dejó sobre su mesa de modificaciones para revisarlo luego. Tocó su cama y al estirarse sobre ella, solo cruzó su mente como un flechazo el recuerdo del hombre que la había ayudado esa mañana.
Pensó, solo por un momento, que ni siquiera le había preguntado el nombre a quien probablemente le debía la vida y recordó cuando su madre le había dicho que nunca hiciera eso, cuando su madre, luego de pararla mientras iba corriendo sin precaución, la salvara de su inminente fallecimiento por un hombre que estaba sosteniendo un cuchillo a la altura de la cadera. Su madre lo vio justo a tiempo, paró a su hija, insultó de muchas formas al hombre que llevaba su herramienta sin ningún cuidado y luego le enseñó eso.
Una de las pocas lecciones de vida que le había dado en el tiempo que todavía vivía.
Ella era muy pequeña todavía, no le hizo mucho caso. Diecisiete años después, todavía no la había aprendido.

Durmió sin sueños hasta el otro día.

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