lunes, 1 de junio de 2015

Todos los capítulos faltantes

Iluné había visto las nubes acercarse hacía horas, como si se estuvieran todas juntando en ese pedazo de cielo que era su ciudad, parecía como si se hubieran decidido a llover sobre ese lugar en específico y nada más, en principio no le preocupó, creyó que sería una llovizna, pero luego de una hora que hubiese aparecido la primer nube se dió cuenta que sería la mayor lluvia del año, quizás incluso de la década.
Salió de su casa, se dirigió hasta el medio del patio, quitó una tapa de metal que había allí y colocó un pequeño dispositivo que había inventado Mirlo sobre el agujero que había quedado, era una especie de embudo muy amplio y tenía una serie de filtros, el agua que pasara por allí llegaría a un tanque de agua que estaba en el subsuelo de su vecindad y desde allí la podrían reutilizar en caso de necesidad, en principio la gente no estaba muy animada con la idea de tomar agua de lluvia pero luego que Mirlo les asegurara todos los procesos y filtros por los que la hacía pasar antes de dársela y aún más luego de la sequía que se produjo unos meses después, todos perdieron todo tipo de temor a tomar el agua y se lo agradecieron.
Todavía le faltaba una hora para que tuviera que salir para su trabajo, comprobó con la vista que el techo estuviera firme y tomó su DTA del lugar donde lo tenía. Recordó que el día anterior se había olvidado de dárselo a su amigo para que comenzara a probar los cambios que éste le aseguraba que mejorarían la resistencia, velocidad y estabilidad de su gancho. No tenía tiempo ya para realizarlo, se acercó hasta el poste más cercano y comenzó su viaje diario hacia MeISA disfrutando el agua que lo renovaba.


…………………………………………………..


El supervisor comenzó su día normal y para el momento en el que llegó al predio donde llegaban los N-Mensajeros con los pedidos de mensajes del día, llegó el último. Chequeó que todo estuviera en orden y ninguno se hubiera perdido. Todos habían sobrevivido a la primera parte del día.
Un murmullo constante llenaba el ambiente y solo se veía una mirada única en todas las caras que se enfocaban en él. No era de tristeza específicamente aunque mucho menos alegría, era en realidad como de una especie de mística desesperanza. Era como la mirada que puede tener una persona que sabe que alguien va a recibir indefectiblemente la bala que está en el revólver de esa ruleta rusa diaria que tienen que aceptar.
En este momento un hilo de pensamiento comenzó a llenar su cabeza
“Caminan sintiendo en su sangre el peso que les es impuesto a diario y tratan de no pensarlo, resignándose y persignándose aunque ni siquiera ellos saben por qué lo hacen. Van a empezar su rutina diaria y lo hacen como reflejo, está integrado en ellos como el tomar su DTA, como el besar a sus familias antes de salir, como el simple hecho de caminar.
Se abre la puerta general y cuando ya todos los mensajeros están en la misma sala se prende la pantalla donde dice todos los destinos. Tal vez como mensaje de algún ser macabro o simple aviso en ese momento se escucha otro trueno, tan fuerte que deja a todos pensando si vale la pena salir en ese día. Pasan unos segundos de una quietud casi palpable y luego uno de ellos comienza a caminar hacia los cables de salida y todos lo siguen.”
Se asombró de este pensamiento que lo golpeó. Una conexión como eléctrica entre todas esas personas y él, por un momento pensó como ellos. Por un momento fue uno con ellos.
Sintió sus miedos y sus alegrías, sintió el caminar todos juntos hacia lo mismo y más que nada, sintió que aunque él no era la persona a la que más querían, odiaban realmente a una sola persona, a Crecio Marcken.


…………………………………………………..


Había probado con anterioridad su gancho mientras iba hacia MeISA y funcionaba perfectamente, sin embargo al saltar al cable de salida este no respondió y lo hizo caer al suelo. Se levantó insultando y comenzó a observarlo. En los cinco meses que llevaba en la empresa nunca le había fallado y se sentía frustrado. Era el único hermano de la familia que tenía suficiente edad como para trabajar de mensajero o incluso de cualquier cosa, él tenía dieciséis años y sus hermanas trillizas tenían nueve y unos meses. Su padre había quedado viudo desde que una enfermedad en los huesos había atacado a su madre. Tan deprisa sucedió que en un mes ya no podía caminar y en unas dos semanas más falleció para el alivio de él, ya que no podía seguir viéndola sufrir postrada y sin esperanzas.
Su padre no había podido recuperarse de tal golpe y vivía solo por sus hijas, cuidandolas todo el tiempo para que no sufrieran el mismo destino trágico de su esposa o uno peor. Casi no las dejaba salir de la casa ni siquiera acompañadas, para esto se quedaba todo el tiempo en su hogar y trabajaba allí arreglando algunos muebles de sus vecinos ya que esta era su profesión.
Su padre no le había exigido bajo ningún punto de vista que debía trabajar pero él sabía que lo necesitaban y además así profesaba también el inmenso amor que les debía a las tres.
De pronto le entró por su sangre una vieja melodía que le había escuchado a su madre cuando lo cuidaba de chico. Él creía que la letra la habría inventado o pensado ella misma, porque era de una pureza tal que no podría imaginar que aquellos que escribían música en otros tiempos pudieran significar de tal manera el amor-admiración que un hijo o hija sienten por su madre.
La letra no podía recordarla perfectamente entera, sino que recordaba algunas partes aisladas y el estribillo que rezaba tan claramente en su mente:


Las manos de mi madre
llegan al patio desde temprano,
todo se vuelve fiesta
cuando ellas juegan junto a otros pájaros
junto a los pájaros que aman la vida,
y la construyen con el trabajo,
arde la leña, harina y barro,
lo cotidiano se vuelve mágico,
se vuelve mágico


Y una frase especialmente importante para él se había grabado en uno de sus versos, y aunque tarareaba la mayoría de la melodía, cantaba la parte que decía:
“...cómo serán las manos del que las mueve gracias al odio…”
Su mente volvió rápidamente al mundo que lo rodeaba al darse cuenta que mientras sacaba a relucir aquellos recuerdos que hacía tiempo estaban enterrados, el último mensajero ya había salido por el hueco y él era uno de los veinte al que no les había funcionado su DTA.
Por eso mismo ellos fueron los únicos espectadores del terrible espectáculo que estaba por comenzar.
Por primera vez en su vida vieron al que solo habían escuchado hablar. Y aunque nunca lo habían visto no necesitaron presentaciones. El director de la empresa entró en esa sala en la que había veintiún personas y nadie habló salvo la lluvia que arreciaba y los incontenibles truenos.
Aquel muchacho de dieciséis años vio las manos que alzó Crecio Marcken y recordó:
“...cómo serán las manos del que las mueve gracias al odio…”


…………………………………………………..


Al entrar y subir a la plataforma donde estaba el supervisor vio a la pequeña multitud exacta que había calculado, sintió un poco de orgullo al darse cuenta que sus dispositivos de anulación cada vez funcionaban mejor.
En primer lugar el que había colocado para anular el alejador de la U-Mensajera había dado el resultado exacto y esta vez había sido un trabajo mucho más fino aún.
El poder con unos imanes modificados desencajar los DTA de los allí presentes.
Él mismo se había tomado el trabajo de meterse entre toda esa gente y anular los de las personas que consideraba precisas para aquella demostración.
Los llamó con las manos a todos para que se acercaran e inició el mecanismo para cerrar la puerta de salida, también llamó al supervisor.
-Necesito que todos me acompañen.- Comenzó a caminar hacia donde había venido sin esperar a nadie -Alguno tiene algún problema- preguntó al aire mientras caminaba más rápido.
Por la vestimenta que llevaban se veía que había tres N-Mensajeros, cuatro C-Mensajeros y los restantes por mayoría eran los P-Mensajeros. Todos comenzaron a la carrera a ir hasta la escalera y cuando ya estaban todos subiendo el Supervisor cerró la puerta. El director había visto su expresión de asombro igual a la de todos los mensajeros cuando entró en la sala pero no le hizo caso, al llegar al último piso (A nunca nadie le era permitido entrar a este piso) abrió la puerta para que pasaran todos y en ese momento los iluminó una luz demasiado blanca, al entrar el supervisor, Marcken cerró la puerta y comenzó la prueba.


…………………………………………………..


El supervisor no entendía todavía que había pasado, su mente confusa registraba algunos datos de los miles. Una pistola (sabía reconocerlas de los oficiales de policía que había visto) le volvía como imágenes aisladas, la veía apuntándole a él, la veía apuntando a los veinte mensajeros, la veía en su mano y en la de su jefe. Un escalofrío le recorrió la espalda como una daga de hielo.
Recordaba colores que jamás había visto de esa forma, y el más puro blanco también.
Veía la mirada aterrorizada de aquellos hombres que sabían que no sobrevivirían luego de aquel espectáculo (¿Cuál era el espectáculo exactamente?) se miró las manos y se dio cuenta que no podía haber salido de allí sin haber disparado a alguien. Atinó a mirar hacia adentro y además del blanco que inexplicablemente se propagaba por todos lados vio rojo, un opaco rojo que se esparcía como una mancha en expansión, el hombre que se movía muy lentamente como tratando de buscar un poco de aire que de nada le serviría lo vio un momento a los ojos, en ese momento supo lo único que ese joven le decía, le decía “Gracias” y “Cuida a los míos por mi cuando ya no esté”. Le dió la impresión que ese muchacho de unos dieciséis años le quería decir algo más, que ese gracias era insuficiente o incluso desmerecido ya que él mismo había sido el que le había dado muerte indirectamente.
De su mano solo dos balas habían salido cuando ya no quedaba ninguno de los mensajeros en pie, y el objetivo que alcanzó fue el estómago de Marcken en principio y luego cuando éste yacía en el piso uno en la cabeza que lo dejó con la boca abierta.
Salió de aquella habitación y no supo que hacer, así que cerró la puerta en principio y luego se dirigió a su dormitorio. Se bañó entrando todavía en razón y luego fijó su rumbo hacia la oficina de su antiguo jefe, para ponerlo en orden.


…………………………………………………..


Lino Marcken estaba viendo un video sobre contratos modernos y “normas de uso” de los empleados (así era como se llamaba a los “derechos del trabajador” en tal época) cuando de pronto la pantalla cobró un tono negro, una voz rezó que comenzaba una transmisión de emergencia y pasó a ver la imagen de una habitación blanca, con veintidós personas incluyendo a su padre y al que él conocía por otros videos como “el supervisor”. vio toda la prueba que le estaba haciendo al supervisor, lo que le mostró a todos (aunque él ya lo había visto no se pudo contener de emoción) y luego como su padre asesinaba a los veinte mensajeros lo que lo estremeció. Luego creyó que sería el fin del supervisor ya que no había podido cumplir la tarea que su padre le había dado (la de matarlos), sin embargo este estaba más cerca de lo que él recordaba y saltó a forcejear con su padre, un tiro se escuchó y al ver la cara de su padre supo que el tiro había sido realizado contra este. Comenzó a sacarse el casco para correr a ayudarlo pero al sacarlo escuchó otro tiro, cuando volvió a ver vio al supervisor que todavía estaba acomodando su brazo por el dolor que le había causado el retroceso al disparar contra el craneo del que había sido su padre.
Lino sintió tristeza pero realmente no demasiada. Más aún sintió ira, porque aquel hombre le había quitado la paz y tranquilidad que llevaba su vida, y así también su comodidad.
Se dió cuenta que solo tenía una salida si quería sobrevivir, borrar todo tipo de conexión entre MeISA y su casa para que el supervisor no se pudiera enterar que existían. Lamentablemente la cautela de su padre que en parte los salvaba también los condenaba ya que aunque tanto él como su madre proclamaran ser familiares directos de Crecio Marcken, muy pocos lo conocían a este y nadie los conocía a ellos dos, por ende si el supervisor iba hasta su casa y los mataba iban a ser dos muertos más y no el hijo y esposa del fallecido dueño de la empresa más grande de esa ciudad. Estaba por salir corriendo hacia MeISA insensatamente cuando un mensaje le llegó al dispositivo que le administraba su educación diaria. Se acercó y vio el video.
Un mensaje de video aparecía de parte de su padre, quizás no estuviera muerto.


Al abrirlo vio que el título era. Video Post-Mortem.
Allí explicaba que su padre había configurado que se mandara ese video automáticamente si su corazón se paraba mientras estaba en ese lugar (en principio pensó que quizás su padre había previsto que el supervisor lo mataría pero se dió cuenta que conociéndolo, seguramente siempre que iba a hacer cada cosa grababa un nuevo video y lo dejaba listo solo por las dudas) y así había pasado esta vez.
El video estaba grabado en su oficina. Su padre con su característica irónica mirada aparecía mirando a la cámara y esto lo impactó ya que hacía poco lo había visto agonizando.


-Lino, espero que hayas podido aprender mucho de mí mientras me tuviste con vos. Vos debes saber cómo fue que morí ya que te puse para que vieras el momento en vivo. No te preocupes por ninguna conexión que pueda quedar entre ustedes y la empresa, quien me haya matado y quiera ocupar mi lugar no va a encontrar de ninguna forma la casa ni ningún dato sobre que existen. Nadie lo sabe salvo los que trabajan en la casa, tu madre va a seguir teniendo todo lo que necesita porque tengo un fondo especial para eso, va a seguir recibiendo todos los meses toda la comida y dinero extra para cuestiones que sean importantes.- En este momento por primera vez paró su monólogo un momento, como regocijándose de haber pensado todo con anterioridad -No nos llevamos de lo mejor nosotros dos y realmente me hubiera gustado tener más tiempo para poder enseñarte datos más específicos sobre la empresa pero todo lo que necesitas saber está en el ordenador de la oficina. Solo necesitas poner la clave que está en el libro “Principios del fin” en mi biblioteca personal.- En este momento la imagen tuvo como un corte, de pronto la ropa de su padre cambió y apareció como estaba vestido hasta hacía algunas horas.
-Estoy seguro que el que me mató fue el débil supervisor de mierda. No te voy a pedir que vengues mi muerte aunque es lo que quiero que hagas, si no te voy a pedir que busques la forma de volver vos al poder de la empresa y controlarla. Un solo consejo te voy a dar y quiero que me prestes atención absoluta, sabés secretos que nadie sabe y el secreto para mantener el poder es que no tenés que divulgarlos, así podes manejar a la gente y a todos los que quieras. Simplemente eso. Ojalá no veas nunca este video, aunque ojalá si lo ves puedas cumplirlo. Adiós.-
El video finalizó y la charla sobre “Normas de Uso” continuó desde donde había quedado. Se dió cuenta que iba a hacer lo que su padre le había dicho, y no porque este lo hubiese pedido sino porque sabía que era lo único que realmente deseaba.
Tomo algunas cosas necesarias en un bolso (incluyendo el libro “Principios del fin” sabiendo que, aunque podía, no volvería a su hogar hasta que hubiese retomado el poder de la empresa para su apellido. Así salió a la calle hacia la empresa con un paso tranquilo y constante mientras la lluvia seguía cayendo por torrentes.


…………………………………………………..


Berena estaba recostada en su cama y realmente estaba enojada con el supervisor. Le parecía que el haberse tomado el día anterior había estado bien para descansar mejor pero que todavía no le hubiesen dado en ese día nada le marcaba la pauta que la habían dejado aparte del grupo de reparto ese día. Odiaba que le hicieran eso ya que lo que ellos no sabían era que lo único que ella realmente amaba era exactamente salir a “trabajar” porque andar por la ciudad la despejaba, incluso en un día de lluvia como este. Además no quería que se le brindara ningún tipo de trato preferencial con respecto a sus compañeros, ella los odiaba profundamente a todos pero no les quería dar otra razón para que hablaran a su espalda que la de la envidia pura.
Luego de un tiempo se paró y se preparó una bebida caliente, la tomó sin siquiera sentarse y en el exacto momento que puso la taza vacía sobre una pequeña mesa vino un asistente del director y la llamó diciéndole que tenía que dirigirse inmediatamente a la oficina principal.
Salió al pasillo de metal flotante que conectaba su habitación con el salón principal donde se encontraban las escaleras.
Al instante que pisó afuera sintió el malestar volver. Más de mil irrespondibles preguntas se cruzaban por segundo por delante de sus ojos. ¿Por qué el jefe la llamaba a ella directamente en vez de dirigirse a ella por medio del supervisor? ¿Sería acaso por lo del día anterior? ¿Creería Crecio Marcken que ella lo había hecho a propósito?
Sobre todas estas preguntas una sola se alzaba insatisfecha de los “Dejá de hablar estupideces” que una parte de su mente le contestaba a todo esto. ¿Me querrá despedir?
No solo era eso lo que la preocupaba sino que sabía la forma de “despedir” que tenía el presidente de la empresa cuando los llamaba a su oficina. Lo pensaba y no sabía si prefería que la mataran brutalmente o la echaran de lo único que le gustaba hacer en su vida y la llenaba de paz.
Dio la vuelta a la última escalera y al pasar aquella puerta que jamás había abierto en su vida se encontró en un pasillo un tanto corto para lo que ella realmente esperaba. Tampoco estaba decorado en demasía y si uno observaba con precaución podía ver pequeñas manchas de humedad que evolucionarían y se fusionarían hasta convertirse en una inmensa granja de hongos. Al principio todo esto impactó fuertemente a Berena pero con solo darle un instante de reflexión se dio cuenta que solo una persona en el mundo pasaba por ese pasillo y era el supervisor. Nadie más estaría invitado a la oficina del jefe salvo que fuera para ser ejecutado o si fuera parte de uno de los experimentos que se comentaba que Crecio Marcken hacía.
Su hilo de pensamiento fue cortado bruscamente con el ruido de lo que parecía una pila de libros cayendo. Y venía de la oficina.
…………………………………………………..


Lino llegó hasta la puerta de la empresa y no tuvo que esconderse de nadie. Lo interesante es que nadie le prestaba atención y ya que tenía una llave maestra no hacía falta hablar con nadie. Era un fantasma entre un tumulto de gente que corría sin saber muy bien por qué y obviamente sin ningún interés en saber quien era.
Bien conocía aquella empresa y podría haber hecho un mapa sin mayor ayuda que la de un lápiz y un papel gracias a su perfecto pulso y magnánima memoria. Esto era lo único que necesitaba para recuperar el poder de la empresa. Podía estar en cualquier lugar en el momento que quisiera, planear con calma una extensa trama de hechos para llegar finalmente a estar con un cuchillo introducido en la garganta (o en cualquier otro de los lugares que él sabía que eran letales) del supervisor, así también sabía que todo estaría todavía en movimiento y no podría saber que había pasado exactamente ni ver siquiera al supervisor hasta que hubiese pasado por lo menos una semana, por eso mismo buscó un lugar que él sabía que jamás era circulado salvo bimestralmente por un hombre que iba a limpiar la parte trasera del tablero gigante que marcaba las misiones diarias de cada uno de los mensajeros. Hacía tres días que había ido, podía hacer de ese lugar su hogar con calma por exactamente cincuenta y siete días y tres horas, tiró una pequeña colchoneta, se recostó allí y sacó el cuaderno que había llevado especialmente para generar el único e increíble plan que desencadenaría la muerte inefable del supervisor. Comenzó por generarse preguntas sobre lo que necesitaba para asesinarlo.
La más simple cuestión lo abrumó al primer momento, ¿Cómo iba a matar a un hombre sin saber su nombre?
-¿Cómo se llama el supervisor?- Anotó con una caligrafía hermosa. Decidió que ya que tenía tiempo se iba a tomar cada momento que necesitara para responder cada pregunta antes de siquiera graficar la siguiente. Al instante recordó que no hacía más de 2 años este hombre había asumido el cargo y por ende todavía quedaría gente que recordara su nombre trabajando en la compañía. Al instante se puso a eso.


…………………………………………………..


-Tireno- Atinó a preguntar Berena al ver a quien creía su supervisor envuelto en papeles que se habían caído de un estante cercano.
La figura se irguió de pronto y ella pudo distinguir el cansancio y el terrible agotamiento que llevaba consigo aquel hombre al que tanto conocía.
-Berena- dijo aliviado- Por fin llegaste. Te estaba esperando hace bastante tiempo aunque primero quería ordenar un poco esto. En estas últimas horas pasaron demasiadas cosas y realmente necesitaba hablar con vos- Comenzó a acercarse rápidamente y al ponerse a la vista Berena pudo reconocer algunas otras cosas que estaban fuera de lugar, lo conocía tanto que era como tildar diferencias de una imagen pasada.
En principio el último botón de la camisa que siempre llevaba correctamente prendido ya no existía, además, los dos siguientes hacia abajo estaban desprendidos. Claramente la corbata estaría perdida por aquel salón ya que ella ni siquiera la veía tirada donde él se encontraba anteriormente y lo que más le llamó la atención fue (cuando ya estaba solo a un metro) unas pequeñas pintitas rojas en la piel de su pecho color blanco. Se dió cuenta lo que era y lo apartó cuando ya estaba estirando sus brazos para hundirla en un abrazo.
-¿De quien es esa sangre?- Berena se oía consternada, pero sus ojos demostraban una insospechable paz.
El supervisor se frenó turbado por el detalle que ella había señalado (creía que se lo había lavado lo suficiente) pero rápidamente intervino.
-Tenés razón- Paró un momento para darse fuerzas -Tengo que contarte toda la historia antes que nada.-
Los dos se encontraban en el halo de la entrada y comenzó a sonar el tocadiscos con acordes dispares y a un volumen demasiado alto, Tireno se acercó hasta este y lo tiró contra la pared, al desconectarse de la corriente se paró, y el golpe terminó por zanjar cualquier posibilidad de funcionamiento. Volvió hasta al lado de ella.
La pregunta de a quién correspondía esa sangre era casi de tintes retóricos ya que en esa situación, en la oficina de Crecio Marcken no había muchas opciones, sin embargo Berena quería dudar y sorprenderse por una vez en su vida. Incluso si fuera con algo tan simple como la muerte de su anterior jefe.
-Marcken está muerto. Podría contarte detalladamente toda la historia y tenerte acá horas explicándote, o resumirlo en algo mucho más simple. Trató de matarme y yo lo maté a él con su propia pistola.- La miró a los ojos y continuó -Bien podés creerme o no, ayudarme o irte y odiarme por haberme defendido hasta matar al ser más desagradable de la ciudad. En vos queda.
-Tireno, sabes que no tiene sentido lo que decis. Voy a ayudarte, pero alguna vez quiero la historia completa. Ahora vamos a revisar todo esto a ver que encontramos de interesante.


…………………………………………………..


Lino pasó tres semanas allí pensando sin realizar ningún movimiento. En los almuerzos conseguía algo de comer por lástima (se había dado cuenta que el hambre lo hacía un gran actor de niño pobre) en el comedor comunitario de la empresa y así sobrevivía. Había estado averiguando cual era la forma de llegar al supervisor que ahora tenía la misma o más seguridad que su padre. No podía utilizar su llave maestra allí ya que el nuevo había puesto un par de guardias (U-Mensajeros de su confianza) que alertarían sobre cualquier cuestión extraña o directamente le darían una descarga de alejador.
Esta era ya la cuarta pregunta que tenía que resolver y obviamente de las más importantes.
La primera como ya se sabe era la del nombre. Pensó que le iba a costar mucho más y se alegró de ver que era al contrario. Solo cuatro días después del asesinato salió a autoproclamarse el nuevo director de la compañía así que Lino Marcken salió entre medio de la multitud y se acercó al grupo de hombres que trabajaban en la misma sección en la que el supervisor se desarrollaba antes. Solo tuvo que esperar veinte segundos para escuchar la frase -¿Qué estará haciendo Tireno ahí?- susurrada por un hombre cuya cara tenía un aspecto sombrío. Luego de escuchar esto y grabarlo a fuego en su mente se dedicó a escuchar que diría el asesino de su padre esa mañana mientras masticaba un mendrugo de pan que había conseguido.
El antiguo supervisor mencionó algunas cosas, dijo que habría cambios en la estructura y que no se asustaran si alguna actividad de las que mantenían siempre cambiaba drásticamente, era solo por el reacomodamiento que se estaba gestionando. Nada mencionó acerca de la muerte del director, sino que por el contrario lo utilizó a este como razón de los cambios, supuso que éste había sopesado las chances de que todos ellos lo aceptaran como nuevo jefe y había visto que no tenía muchas esperanzas.
Poco de todo esto le importó a Lino, ya que era lo lógico, estaba por terminar aquel infinito monólogo cuando, con un paso un tanto inseguro subió al estrado una mujer. Era ella. Aquella mujer que había estado en la casa de aquel otro hombre hacía un tiempo ahora reaparecía como por arte de magia allí.
Tireno se mantuvo dubitativo un momento pero luego aseguró -Algunos de ustedes puede que hayan visto a esta mujer alguna vez. Ella ha sido asignada por el señor Crecio Marcken como segunda supervisora durante este tiempo de cambio para asegurar que se hagan todos los cambios como se deben y- Hizo una pausa, como si no quisiera verla al lado suyo -tiene tanto poder como yo.-
Lino se asombraba de la capacidad actoral que tenía aquel hombre. Había convencido a todas esas personas que él no estaba a gusto con el carácter que le había dado su “jefe” a aquella mujer, sin embargo Lino estaba seguro que esta era una decisión que había tomado él mismo. Sutilmente el antiguo supervisor había dejado caer una pista, un atisbo de aprehensión y había tomado una postura frente a una decisión que su (ahora difunto) padre supuestamente había tomado, generando así apego a su causa. Tireno el supervisor había adivinado rápidamente la mejor forma de ganarse el respeto de los que consiguientemente serían sus empleados, había generado un enemigo común que podría destruir fácilmente ya que en realidad, el presunto enemigo era una amiga personal suya, casi como una hija (para alguien que había tomado clases de lectura de expresiones en video, era muy facil leer las expresiones en el rostro de la mujer y la admiración que ésta sentía por Tireno aunque ella tratara de disimularlo bajo mil capas de aversión).
Recordó pronto que había otra persona en la dupla que él había visto en aquel video, que también estaba Iluné, el hombre que la había ayudado y supo que jamás debía olvidar ese nombre.
La segunda y tercera pregunta que generó las respondió facilmente. Estas fueron: “¿Cuando puedo observarlo actuar?” La que resolvió al generar un horario bien realizado de todas las veces que éste salía. “¿Cuando puedo verla actuar a ella” fue la tercera y así fijó el horario en que días y a que horas salía cada uno.
Luego de esto decidió que era hora de comenzar a planear la verdadera venganza. A partir de ese momento no había vuelta atrás.


…………………………………………………..


Luego de llegar hasta su ya recorrida nueva oficina, el supervisor se sentó en el sillón que debía ocupar y recordó (un instante antes que el estridente timbre del teléfono sonara) todo lo que había pasado.
Desde el segundo que el supervisor llegó por primera vez a su nueva oficina supo lo que tenía que hacer, sin embargo primero tenía que organizar al imperio que hacía unos segundos había perdido a su emperador. Mantuvo la noticia en secreto, salvando a Berena, incluso antes de llamar a la única persona en la que confiaba al despacho hizo una revisión de todo lo que había en aquella oficina y destruyó todos los papeles que nadie tenía que ver jamás. Él los recordaría de memoria. Ni siquiera a los U-mensajeros que estaban custodiándolo les había dicho nada, sino que les había dicho que Marcken lo había pedido.
Al llegar ella “reorganizaron” todo y él le contó el plan que tenía en mente ya que era necesario que antes de avisar que Marcken había muerto él se generara una posición amigable entre todos. Ya sabía que existía un insostenible odio hacia el anterior jefe, pero primero tendría que demostrar que él era mejor que el anterior. Generaría una falsa rivalidad entre ellos dos, ella sería la mala supervisora mientras él trataba de ayudar a los empleados, luego de que hubiese pasado eso, todo se desencadenaría solo.
Berena aceptó y le dijo que para cualquier cosa que necesitara estaría ahí. Él le dio las gracias y la despidió por un par de días, le dijo que terminaría de organizar todo y luego la llamaría nuevamente para contarle lo que le faltaba saber.
Lo único que faltaba revisar a fondo era el gigantesco escritorio que su jefe tenía, era de metal como todo en esa habitación y al probar de abrirlo estaba completamente trabado. La principal idea que acosaba su mente y por lo que necesitaba abrirlo era porque si en algún lugar había algún dato que se refiriera a la última y extraña misión en la que había mandado a Berena aquel día a encontrarse con el P-Mensajero, estaría allí.
Estaba cansado de todo lo que había hecho aquel día, incluso comenzando con la muerte de su antiguo jefe y la de todos los que estaban en aquella habitación.
Sin embargo sabía que tenía que abrir esos cajones que permanecían guardados tras la combinación de tres ruedas giratorias grabadas con números. Buscó entre todos los papeles que había dejado alguna clave, pero no consiguió nada útil o ni siquiera una pista. Se dió cuenta que no sería algo fácil y vio que las dos combinaciones estaban igual: 282.
Tuvo un instante de lucidez y probó el 828 en ambas. No pasó nada.
Así estuvo durante cuatro largas horas mientras la noche se cernía sobre la habitación. Apretó un botón y un gran juego de luces se prendió iluminando el área donde se encontraba. Probó combinaciones azarosas, y también probó poner del 1 al 6, del 6 al 1, del 4 al 9, del 9 al 4. Algo dentro suyo le decía, sin embargo, que la combinación debía ser igual en ambos lados, por ende del 1 al 3, del 4 al 6 y del 7 al 9 en ambos y al revés. Nada. Pensó quizás que fuera siempre un número y claro que no funcionó.
Cuando ya se estaba por dar por vencido lo golpeó con una patada increíblemente fuerte. ambos códigos se volvieron a poner en los dígitos iniciales automáticamente, 282282 se leía el número completo con ambos recuadros.
Miró a la pared que tenía en frente con un cansancio terrible. Había del lado izquierdo algo que parecía un pájaro que otrora había estado vivo. Siempre le había impresionado ese ejemplar y ahora no hacía otra cosa. Sus ojos vacíos de vida no podían dejar de mirarlo por ende le había puesto encima una especie de tela que había encontrado tirada en el suelo. Del lado derecho sin embargo había una especie de cuadro donde el padre de Crecio Marcken había sido retratado junto a su hijo. Se veía en sus ojos una frialdad increíble, y si lo que se contaba era verdad, ni siquiera así había sabido el pintor retratar la completa indiferencia por la vida que llevaba consigo aquel hombre. Algo le llamó la atención a Tireno y era que en la imagen que se veía de su antiguo jefe la inocencia que usualmente se muestra en un niño había sido completamente destruida al retratarlo con una expresión de completo asco. No podía comprender que aquel pintor hubiese hecho tamaño trabajo. Uno pensaría que el padre de  Marcken habría destruido esa pintura y asesinado al pintor pero allí permanecía colgada en esa pared ocupando más de la mitad de esta. Se acercó a ella a verla más de cerca y se dió cuenta que la calidad era increíble sin duda, que era probable que el pintor fuera el mejor que jamás había existido ya que uno ni siquiera podía notar el pincel. Parecía como si uno hubiese tomado la imagen de dos personas y las hubiese dejado impregnadas en un papel diferente al que ninguna vez había visto, este papel brillaba extrañamente. Dió vuelta la foto de aquellas dos personas y vio que había dos numeros de tres cifras, uno era 282.
Volvió al escritorio y probó la clave 651651. No funcionó y desesperó, gritó e insultó a su anterior jefe.
Bajó la mirada y se dió cuenta de cual era su error, probó 651156, al instante se escuchó un perfecto click y los cajones estuvieron abiertos.
Abrió el izquierdo y encontró una navaja pequeña que reconoció al instante, la había visto en una ocasión. Esta navaja podía ponerse al rojo vivo accionando un pequeño interruptor que se encontraba en el perfil de la misma. Decidió no cometer el mismo error que su jefe y llevar esa navaja siempre consigo por si la llegaba a necesitar.
Comenzó a revisar todos esos papeles y encontró cosas que lo impresionaban mucho.
Se enteró de todo, pero a partir de ese momento hubo un pequeñísimo detalle que le obsesionó. No fueron los miles de personas que ahora controlaba, ni que fuera el hombre más poderoso de la ciudad.
En uno de los papeles había leído una serie de palabras clave tituladas: Código de comunicación telefónica.
Desde ese momento supo que en cualquier momento aquel aparato que ahora solo él conocía sonaría y no sabía si estaría preparado para lo que pasaría a continuación. Decidió por un tiempo que no se movería hasta que eso pasara y luego de un par de horas de un sueño horriblemente cansador se dió cuenta que no tenía sentido esperar allí, estaba seguro que en algún momento sonaría, pero algo dentro suyo le decía que él estaría allí sentado cuando esto pasara.
Así siguió con su rutina organizadora, llamó a Berena para explicarle el primer paso de su estrategia, dio el discurso y finalmente volvió a su puesto de vigilancia.
Recordó todo esto y sonó el teléfono.


…………………………………………………..


En su cuarto (que no había cambiado de lugar a pesar de su nuevo título de “supervisora adjunta”) Berena estaba echada en la cama y no podía dejar de pensar en eso que la hizo perder la concentración en el escenario. Todo el tiempo estuvo buscando a Iluné, a aquel hombre que la había ayudado. Por alguna razón que todavía no terminaba de entender, había comenzado a pensar crecientemente en que no le había dado las gracias por todo lo que había hecho por ella. No era algo que acostumbrara hacer ni mucho menos, pero apenas el supervisor le contó la estrategia que tenía, ella quiso ir y decirle a este que no le prestara atención a todas las maniobras que se iban a producir, que no la odiara, que estaba agradecida por lo que él había hecho por ella.
Quizás sentía estos extraños sentimientos porque ahora estaba en una posición más poderosa y creía que necesitaba más aliados a su causa.
Quizás lo sentía porque era el único que la había cuidado honesta y completamente.


…………………………………………………..


Al levantar el tubo del teléfono escuchó un pitido muy fuerte que hizo que le dolieran los oídos. Rápidamente volvió a colocarlo sobre la “base” que tenía.
Paró el chirrido.
Un silencio atroz llenó toda la oficina. Era como si de pronto todos en la ciudad hubieran muerto.
El supervisor quedó pasmado viendo el escritorio, como anonadado de lo que había pasado, como si no pudiera dar crédito y a la vez supiera que eso no podría haber salido bien. Se paró y la silla salió despedida hacia atrás suyo deslizándose sobre las ruedas que tenía. Presionó las manos con sus sienes y comenzó a negar. En los siguientes 5 segundos se dió cuenta que seguramente habían encontrado alguna forma de reconocerlo gracias a alguna tecnología que él desconocía. Supuso que ya todos se habían enterado (aunque todavía no tenía idea quien era o eran “todos”) que él había matado a Crecio Marcken, que incluso seguramente ya habían averiguado todo lo que había pasado minuciosamente (tal vez lo supieran desde antes que pasara). Además supo que el pitido ese algo había provocado en su sistema, que no iba a poder seguir viviendo normalmente y probablemente en unas horas muriera. Si no era así, nada lo podía hacer dudar que vendría alguna persona especializada para la tarea y lo asesinaría brutalmente aunque sin dejar ninguna huella. Entraría por la ventana más pequeña (aquella que él inocentemente se había decidido a dejar sin tapiar porque era imposible que alguien entrara por allí) y lo mataría de alguna forma (quizás incluso con algún arma que no conocía). Luego pondrían nuevamente a alguien en el poder para que controlara la empresa de la mejor forma posible, para que todos ellos resultaran beneficiados de aquel desastre. Pero él no moriría sin dar pelea, palpó en su bolsillo la navaja incandescente de su antecesor y la sacó, sabía que no tenía sentido abrirla ya pero lo hizo por si lo estaban viendo en ese momento, lo hizo para que vieran que no moriría sin dar pelea.
En el momento exacto en que abrió la navaja volvió a sonar el teléfono. La cerró por las dudas y atendió. Esta vez sin pitidos del otro lado.
-Pedimos disculpa por la interferencia anterior. ¿Código de comunicación telefónica?- Rezó la voz del otro lado del teléfono.
El supervisor leyó lo que decía el papel que había encontrado anteriormente. Se notaba que era antiguo y todavía él estaba un poco shockeado. El pequeño papel rezaba:
El Código de Comunicación Telefónica es:
“(Nombre del jefe actual), Jefe de MeISA, Zona nueve, Ciudad Mercurio.”
Tireno aclaró su voz, auto provocó dos pequeñas toses y luego dijo.
-Tireno Marcken, Jefe de MeISA, Zona nueve, Ciudad Mercurio- Lo había pensado con anterioridad y creyó que lo mejor sería decir que era el hermano del anterior jefe.
Muchas carcajadas estallaron en el parlante. No entendía muy bien lo que pasaba ya que según entendía las conversaciones telefónicas solían ser entre dos personas.
Una voz se impuso sobre todas las risas, una que no había reído antes sino que había permanecido callada.
-Tireno Marcken, ¿Qué idiotez dice? ¿Realmente cree que nos puede engañar tan fácilmente? Somos las ocho personas más poderosas de esta zona entera del planeta y cree que poniendo un apellido diferente con el mismo nombre vamos a creer que es alguna clase de familiar del difunto. Realmente creíamos que no iba a ser tan idiota, deje de intentar mentirle a gente que vive de eso y hablemos de lo que realmente importa.-
El supervisor quedó impactado pero a la vez un cierto alivio lo cubrió. No tendría que inventar ninguna mentira más ni improvisar en el momento, simplemente decir todo exactamente como había pasado y esperar que, como lo sospechaba, del otro lado prefirieran ahorrarse molestias.
Su mano derecha lo sorprendió cuando se encontró en la misma situación que todos los mensajeros cuando salían todas las mañanas, se persignó y comenzó desde el principio.


…………………………………………………..


Su dedo índice goteaba sangre, y sabía con exactitud donde se había lastimado, estaba seguro que había sido cuando había apoyado la mano en la superficie de metal antes de saltar hacia donde era su lugar. Donde dormía, comía y planeaba su venganza. Había decidido esperar a que el anterior supervisor terminara de dejar en claro su plan que si seguía como había planeado finalizaría cuando éste dijera que Marcken había muerto, incluso tal vez que lo había matado y que todos lo aclamaran como jefe.
Por ahora estaba simplemente viviendo, haciendo lo que todos hacían sin tener que salir a la calle a morir (aunque últimamente había bajado mucho el recambio de gente, solo morían los que eran chocados contra un U-mensajero en general y una semana atrás por un día entero no había muerto nadie.
Tomó la hoja con las preguntas y respuestas que estudiaba todas las horas como si fuera un credo, revisó todo lo que llevaba puesto, cuidando que nada delatara que ese día no había trabajado, se desarregló la ropa y tomó el gancho que había conseguido para simularlo usado. Era hora de comer así que apenas salió se dirigió al símil de comedor que todos los días se llenaba. Al llegar a la amplia sala llena de lugares para sentarse y apoyarse, todo estaba ocupado y no había ningún resquicio siquiera para caminar, decidió tomar la comida que le dieran y volver a su cama para comer ahí. Muchos pedían que querían llevarse la comida y las llevaban para sus familias o sus hijos, él pretendió lo mismo para no levantar sospechas y una vez que ya tenía su comida envasada para llevar emprendió la vuelta.
Ya hacía un minuto que estaba caminando tratando de salir de esa inmensa sala cuando escuchó que lo llamaban.
-¡Lino!- No había creído necesario mentir con respecto a su nombre ya que de cualquier forma nadie lo conocía. Una mano se posó con una cierta brutalidad sobre su pequeño hombro y lo hizo girar. Era un Goliat enorme, un hombre que a primera vista podría haber parecido un guardia pero ya era hasta anciano para eso.
-Piorel- La sonrisa que mostraba Lino no era falsa ni construída, realmente lo ponía contento ver a ese hombre, su traje de P-Mensajero no se correspondía con su edad, nadie llegaba a tanto, pero Piorel había trabajado en la parte administrativa de la empresa hasta hacía unos meses.
Cuando lo echaron del puesto y se vio necesitando dinero tan desesperadamente, tuvo que caer bajo el yugo de ser un nuevo P-mensajero.
-Que contento me pone verte, te estuve buscando últimamente.- Se acercó a su oído y le susurró -Acá no porque hay demasiada gente, vení conmigo.-
La distancia que él había tardado un minuto en recorrer (aproximadamente hasta la mitad de la salida) con Piorel la recorrieron en diez segundos, ya en el pasillo donde había estado anteriormente se pusieron a hablar con más tranquilidad.
-Lino, en una zona de la ciudad, un amigo está mejorando los DTA´s, lo hace gratis y por eso es que bajaron tanto las cantidades de muertes. Tenés que ir.-
Lino se sintió como si fueran a descubrir su secreto por un momento, sin embargo un calor pobló su interior luego de un momento. Realmente este hombre se preocupaba por él, realmente quería protegerlo aunque casi no lo conocía.
-Lo voy a hacer- respondió Lino -¿Cómo se llama el que arregla?-
-Iluné- Piorel hizo una pausa, como temiendo lo que iba a decir -Pero no digas nada a nadie, por favor, solo a la gente en la que confíes mucho-
El hijo del ex jefe de aquella empresa quedó shockeado, sabía quien era Iluné, sabía a quién se refería porque era el que había ayudado a Berena. Aquel hombre al que hacía algunas semanas había odiado por no haber podido ocupar su lugar.
-Tranquilo, no le voy a decir a nadie. Mañana seguramente vaya.-
Palmeó el hombro del que consideraba era su primer amigo y lo despidió. Comenzó a volver hacia su habitación, dobló una esquina y no llegó a ver a la mujer que venía del otro lado.


…………………………………………………..


Berena estaba yendo hacia el comedor, aunque a decir verdad, no tenía hambre. Todo lo que había pasado hacía que se sintiera ensimismada, sin capacidad de ver lo que veía siempre. Para ella que había vivido sus últimos años yendo sobre cables y esquivando postes era ilógico el golpe que tuvo en los pasillos. Si hubiese estado en un día normal lo hubiese visto y esquivado tranquilamente, o incluso lo habría escuchado para correrse algunos centímetros hacia su izquierda y doblar un poco más abierta. Pero no lo hizo.
Ambos iban en sus propios pensamientos pero al chocar no iban a una gran velocidad, por ende ninguno cayó al suelo, sin embargo Berena dobló y chocó su cuerpo contra el pecho de aquel chico que iba acelerado (ella sospechaba que no le habrían dejado comer).
El chico perdió la capacidad de respirar por unos tres segundos, y cuando una veta de aire pasó hacia sus desesperados pulmones se tomó de la pared como salvando algún tipo de reflejo tardío que de nada le hubiese servido si realmente se fuera a caer. Berena intervino finalmente.
-Disculpa, no quise lastimarte, estoy con la mente en otro lugar, tanto más importante.-
Aguardó unos segundos como esperando una respuesta (aunque no estaba demasiado preocupada) y luego se dió cuenta.
-Ni siquiera te pregunté como estabas. Vení, te va a hacer bien sentarte un momento.-
Comenzó a llevarlo hacia su habitación ya que no había ningún lugar para sentarse más cerca que allí.
Al llegar a la habitación se sentaron y lo notó un poco nervioso.
-Bueno, también podés hablar vos.-
Aquel muchacho movió las manos de una forma extraña, sin embargo le era conocida de algún lado. Un recuerdo como un acto reflejo le hizo contestar. Hablaba y sabía lo que decía, sin embargo como magia movía sus manos con una perfecta sincronía y estaba haciendo señas.
De pronto una imagen le llegó desde su pasado, cuando tenía siete años, un chico que vio durante un año, que tendría unos diez años más que ella, y que sonreía cada vez que ella lo veía. Ella sabía que hasta ese momento estaba enojado o triste, pero ella lo veía y se transformaba su rostro y la miraba con una dulzura única, porque era la única dulzura. ¿Era un hermano? No lo sabía pero sí lo sentía como alguien así. Él hablaba así, y en el tiempo que pasó desde que llegó a sus seis años hasta los siete y medio, le enseñó como era. Hacía algo y lo representaba, era como un juego. Cómo no divertirse con la única persona que la hacía sonreír contagiándola.
Él estaba sorprendido y le preguntó si sabía señar con una sonrisa en su rostro. Ella le respondió que sí y a partir de ese momento hubo una conexión entre ellos.
Le contó que desde que nació tuvo una enfermedad y luego de una gran fiebre no pudo volver a hablar, escuchaba bien, pero no podía hacer nada más que emitir sonidos guturales.
Ella le contestó que igualmente prefería usar las señas, que le era cómodo y le hacía sentir mejor.
-Me trae buenos recuerdos.- Le dijo.
Él sonrió y le preguntó algo que desencadenaría así como en un dominó, toda la conversación subsiguiente.
Sus manos se pusieron frente a su cuerpo y señando le preguntó en el desorden del que se hace el orden al señar, ¿Cómo llegaste hasta acá?
Hacía solo una hora que se habían conocido, pero Berena olvidó eso rápidamente y comenzó a relatar todo, desde el principio.


…………………………………………………..


Al terminar de contar todo, Tireno se sentía exhausto.
-Perfecto- Dijo el hombre que anteriormente había interrumpido las risas. -Yo soy el administrador general de esta región, zona o como prefieras llamarlo. Yo soy el que dice finalmente quien queda, sigue o muere. Las otras personas que escuchaste anteriormente reírse de tu estupidez tienen el mismo exacto cargo que vos en cada una de sus ciudades.
Lo bueno es que ya tomaste control de todo, supongo que creías que te íbamos a matar pero no tiene sentido. Realmente no sobran los líderes, por lo menos vos tuviste la inteligencia y sutileza de no decirle todo lo que te enteraste a todos causando su destrucción inmediata.-
Hizo una pausa. Él sabía que todos estaban escuchando pero nadie comentaba nada, era como si todos estuvieran muertos, nadie contradecía, ni siquiera reafirmaba lo que decía el administrador y él no sería el primero.
-Ahora todos van a pasar a decir la situación de cada lugar y con un poco de suerte, en una semana cuando hablemos de vuelta vos vas a poder decir lo mismo que ellos.-
-Ciudad Venus, todo perfecto.-
-Ciudad Tierra, todo perfecto.-
Tireno pensó que era una gran ironía, como todos decían la frase “Todo perfecto”, claramente se referían a que no tenían ningun problema grave, era imposible que estuvieran perfectos.
-Ciudad Marte, todo perfecto.-
-Ciudad Júpiter, todo perfecto.-
Lo comprendió rápidamente, ni siquiera si se estuviera prendiendo fuego su oficina en ese mismísimo momento dirían que algo estaba mal, seguirían mintiendose y más que nada mintiendole al administrador para “no molestarlo” aunque quedaba claro que era para no morir en el intento.
-Ciudad Saturno, todo perfecto.-
-Ciudad Urano, todo perfecto.-
-Ciudad Neptuno, todo perfecto.-
-Todo perfecto ¿Escuchó Tireno?.-
-Si administrador- Contó hasta tres segundos por si decía algo al otro lado -Ciudad Mercurio, todo perfecto.-
-Bien, entonces en exactamente una semana nos vamos a volver a hablar, ¿Correcto? Marcará el número uno y se unirá a la conversación, eso es todo por hoy. Hasta luego.
Apoyó el teléfono donde estaba originalmente y sintió el aire llenar sus pulmones nuevamente, como si le hubieran apoyado una daga en el cuello y justo en el momento en el que iban a cortar sus venas hubiese desaparecido. Incluso estaba seguro que todo el tiempo en el que él estuvo hablando un hombre estuvo a una distancia muy cercana listo para asesinarlo a la orden.
Había sobrevivido a ese día, y desde ese momento en adelante tendría que comenzar a ejercer como lo que realmente era, como el dueño de esa empresa y el dueño de esa ciudad.


…………………………………………………..


Lino Marcken no sabía a quién agradecer, no podría haber tenido una mejor tarde. Por un lado más pragmático había averiguado completamente todo sobre aquella mujer que era la mano derecha de su objetivo, había aprendido todos sus errores y si seguía así, pretendiendo ser un pobre chico mudo y bueno, estaba seguro que en otro momento podría sonsacarle algo de información sobre su objetivo en particular o quizás incluso llegar hasta él.
Por el otro lado, el que más le interesaba en ese preciso momento de alegría tan intensa era la charla que había entablado con aquella mujer que (él estaba seguro) amaba.
Al despedirla pudo ver que sonreía y se sintió desesperadamente bien, quería gritar o por lo menos hablar. Quería acariciarla y decirle “Te amo”. Se le ocurrió algo.
Cuando se estaba yendo tocó su hombro y ella se dió vuelta, lo miró todavía con esa sonrisa en la cara y señando le preguntó que pasaba.
En ese momento él sonrió e hizo esa seña, que quería decir tanto “te quiero” como “te amo”. Hizo esa seña, dió media vuelta y siguió caminando por el pasillo alejándose de la habitación de ella, nunca lo podría haber verbalizado con la conjunción de sentimientos que tenía, pero sí pudo hacer eso y quedarse tranquilo, estaba seguro que uno de los días que seguían se iban a volver a encontrar.
Cuando llegó a su “dormitorio” borró la sonrisa de su cara y comenzó a anotar todo lo que había averiguado. Finalmente cuando todo había sido hecho, tomó una página en blanco de las que tanto le sobraban cuando la mayoría de las personas nunca había visto una y sin esbozar ni siquiera el más ligero atisbo de una sonrisa escribió más de cien veces la simplisima frase “soy mudo”. A partir de ese momento prometió no volver a abrir la boca para nada que se relacionara con hablar salvo en los ambientes más seguros.
Tomó nuevamente el cuadernillo y comenzó a escribir toda la historia de la vida del personaje que comenzaría a interpretar desde ese momento en adelante en primera persona.
“Mi nombre es Lino y soy mudo aunque no de nacimiento, mi historia comienza…” Esas trece palabras comenzaron el escrito más largo y preciso que se había realizado en más de un siglo y que siguió actualizándose a medida que Lino creció.


…………………………………………………..

“Vivo en MeISA, no pueden saber que esto es así,
ya que me echarían, por suerte sé que Berena no
va a decirlo si se lo advierto de antemano”
Biografía de Lino
Autor: Lino Marcken.


Pasaron cuatro meses desde aquella conversación inicial y la llamada entre Tireno y los supervisores de todas las ciudades. Todas las semanas se repitieron esas mismas dos reuniones como una especie de tertulia programada, como si compitieran por cual tenía menos popularidad, cual era más secreta.
La de los supervisores tenía sus aspiraciones secretas desde su propia lógica fundacional. Sin embargo las reuniones entre Berena y el mudo Lino no hubiesen tenido por qué ser secretas salvo por aquella línea esencial en la biografía de este último citada al principio de este capítulo.
Se juntaban siempre en la misma esquina donde ella lo había golpeado por primera vez y se dirigían hasta algún lugar no muy concurrido para hablar. Él buscaba estas conversaciones por obvias razones. Ella por el contrario lo quería mucho pero como a un hermano, de hecho le recordaba a esta persona. De cualquier forma esta sociedad no se rompía, ni ninguna de las dos partes se quejaba ya que Lino nunca hacía nada para demostrarle lo primero, tenían nueve años de diferencia y aunque el hombre en esta relación era absolutamente incomparable con un niño de diez años, así lo veía ella.
Por otro lado las reuniones entre los supervisores cada vez se acortaban más, siempre se hacía el mismo ciclo idiota en el que todos decían que estaba perfecto, el ex-supervisor pensaba que ya en una semana más podría agregar a su discurso la frase “Ya todos saben que Marcken murió, soy el nuevo presidente de MeISA” esto a colación de que todo el plan con Berena, el culparla de todo lo malo que pasaba y con ella culpar al presidente para luego el sugerir derrocarlo estaba saliendo perfectamente.
Cuatro meses y una semana después de aquel inicio oficial Crecio Marcken había sido declarado finalmente echado de aquella empresa, nadie sugirió a otra persona que no fuera el supervisor, y Berena fue perdonada por todos ya que solo había seguido órdenes, además fue nombrada supervisora única y oficial (aunque todavía había grupos que la odiaban).
Todos los mensajeros estaban contentos, el gobernador (aquel títere tan simple) recibió un mensaje de parte del nuevo jefe de la empresa que llevó la propia Berena y que decía que mientras no armara revuelo por lo que había pasado nadie divulgaría todos los secretos que ya conocía y asegurando que el propio Crecio Marcken no haría eso tampoco.
No contenía en sí misma ninguna petición ni una pregunta, no trataría a los inferiores como nada diferente a eso.


…………………………………………………..


Lino ya sabía todo absolutamente sobre Tireno, había seguido de cerca todo el proceso por el cual había llegado éste al poder. Aunque en un principio la idea de matarlo antes de que asumiera le había parecido más convincente y práctica, luego se había dado cuenta que todos se darían cuenta rápidamente y lo odiarían. En principio dejaría que asumiera el poder y se estableciera, así recopilaría pruebas sobre el movimiento extraño que este había realizado para llegar hasta ahí, grabaciones de video, etcétera. Y luego (ya tenía todo lo necesario apartado en un rincón) lo abordaría de la siguiente forma:
Mientras caminaba desde su oficina hasta el baño que estaba fuera de este lugar, Lino le pediría a Berena que produzca una distracción en su espalda (Estaba seguro que cuando le contara todo, ella lo ayudaría) en ese momento el actual jefe de la empresa se daría vuelta dejando su espalda descubierta, saldría Lino de un pequeño hueco que había al salir de la oficina. Él saldría del incoherente espacio como si hubiese sido hecho para eso y se acercaría sigilosamente (ya lo había estado practicando) hasta tenerlo a distancia de puño. En ese momento y ya con la inyección a mano se la clavaría en la ingle para que se distribuyera rápidamente por todo su cuerpo. Sabía que tenía que ser el Lunes que era el día en el que él llevaba pantalones de tela más fina. Nada podía fallar salvo Berena.
Hacía mucho tiempo su padre le había dicho una frase que jamás se había podido quitar de la mente: “Si querés que algo salga bien, hacelo por vos mismo”. Lo que su difunto padre no entendía era que si esto lo hacía solo no tendría instancias para explicarle nada a la mujer que amaba y ella lo odiaría. Él podía soportar muchas cosas pero eso sería simplemente demasiado.
Todo estaba preparado y al siguiente día, cuando se encontrara con Berena en el mismo lugar de siempre le contaría todo.
Algo dentro suyo le gritaba que todo saldría bien, pero no podía evitar escuchar su razón pesimista diciéndole que lo que gritaba ese “algo dentro suyo” era una increíble estupidez.


…………………………………………………..


Cuando el sol apenas atinaba a insinuar su presencia sobre el cielo lleno de nubes que se observaba tan fácilmente una mano conocida golpeó la puerta de Berena.
Ella se despertó al instante, pero dos veces más tuvieron que golpear hasta que ella llegara a abrir.
-Hola Berena- Dijo aquel que era como su padre, aquel hombre que tanto le había dado y que en última instancia la había nombrado supervisora.
-Hola- Hizo una pausa, miró fuera de su habitación para comprobar que no hubiese nadie esperando a que se confundiera, luego de revisar y darse cuenta que nadie estaría despierto a esa hora finalizó diciendo -Tireno-.
-Disculpá que te moleste a esta hora, es que realmente es importante que vengas conmigo hoy antes de hacer nada, ya le pedí a Mirel que te cubriera en tu puesto de Supervisora por un tiempo, prometo que solo es por hoy-
-Está bien, no me viene mal un día libre- Bostezó mientras decía las últimas palabras. Luego agregó sonriendo-Aparte quiero ver como dejaste acomodada tu nueva oficina.-
-Sí, la vas a ver, pero primero te tengo que mostrar otra cosa. Es esencial que me acompañes.- Su tono había pasado desde el de alguien comprensivo a el de jefe alarmantemente rápido y Berena no lo tomó de mala manera, estaba acostumbrada a los cambios drásticos de humor en Tireno y en las semanas pasadas había visto tantas cosas sorprendentes (las vendas curativas, el teléfono y otras más) que le extrañaba que hubiese algo que era esencial que viera, le parecía que nada podía ser más extraño para ella que había vivido toda su vida sobreviviendo de la mejor manera.
Realmente sería la sorpresa más grande de su vida.
Doblaron en el pasillo hacia el lado contrario del comedor y llegaron a la sala general donde hacía tanto tiempo (que para ellos había pasado tan rápido) Crecio Marcken había elegido a esas personas para que lo acompañen, aquella vez solo saldría el supervisor convertido en Jefe de aquella sala y en este momento tomaron el mismo camino, comenzaron a subir las escaleras de metal y estas hicieron eco a través de todos los sistemas de escaleras que había, esto le hizo recordar a Lino que seguramente se habría despertado con el ruido.
Antes que se diera cuenta había llegado frente a la puerta blanca y Tireno la vio, sonrió y luego abrió la puerta. Una gran luz blanca los cegó a ambos y Berena comenzó a pasar hacia la sala blanca.

…………………………………………………..


La mayor pradera que jamás hubiese visto se extendía ante ella. Sin duda alguna le causaba impresión y esta se marcaba en su expresión de agitada confusión. Su vida (o por lo menos lo que recordaba de ella) la había pasado frente al cemento. Gris, seco e inamovible se mostraba su pasado. Berena descubrió en ese momento, nuevamente, lo que era el llanto. El supervisor se acercó muy lentamente a ella (casi midiendo sus pasos).
Izquierdo -¿No es maravilloso? - sus nuevos zapatos relucían su estatus de jefe de aquella empresa
-Sí, es demasiado verde junto- dijo Berena con la garganta llena de emoción
Derecho - ¿No harías lo que fuera por ver todos los días esto?- En su voz se notaba una alegría contenida.
-Es un poco exagerado decir lo que fuera, pero…-
Algo no calzaba con esa escena, todo era muy verde, todo era muy blanco.
-¿Qué decías?- El antiguo supervisor no pudo ocultar su tono aprensivo.
Un escalofrío surcó los brazos de la ya mujer Berena erizando sus ínfimos vellos y eso fue suficiente. Giró bruscamente, tal vez fue muy brusco, tal vez no lo suficiente y sintió dentro suyo el hirviente filo de la navaja al rojo que esgrimía su antiguo jefe. -”¿No sería genial que todo el mundo tuviera la oportunidad de ver esto?”, fue lo que estabas pensando, fue lo que toda la gente piensa la primera vez. No, no sería genial, ni grandioso, ni magistral. Porque perdería cada vez más su valor-Berena no podía parar de gritar el dolor que sentía, hirviente todavía en su estómago. -Creeme cuando te digo que esto me duele tanto como a vos, pero era la prueba definitiva para que fueras Supervisora y no la cumpliste. Ví la esperanza en tus ojos, lo que ibas a sentir cuando se lo contaras a todos.- De un solo movimiento le sacó el supervisor su nueva y letal navaja del abdomen. Berena vio rojo y también blanco, negro por un momento cuando cayó al suelo, pero finalmente con un movimiento agónico de su cabeza el color que vio como si fuera apuntado a su cara por un foco de luz fue el verde. Gigante y esplendoroso y pensó: “Que bueno sería si todo el mundo tuviera la oportunidad de ver esto”.
Luego no pensó nada más.


…………………………………………………..


El hijo del difunto dueño de la empresa veía inexpresivo e impotente aquella escena..
Había visto a aquella mujer cada día desde que entrara al edificio principal (aunque ella no lo supiera desde el principio) y luego de aquella primera conversación que tuvieron no podía sentir nada más que una irrefrenable pasión por ella.
Ese monstruo no solo había matado a su padre sino al amor de su vida. Agradeció que Crecio Marcken nunca le hubiese hablado de su existencia, dio tres pasos hacia atrás y mil más corriendo lejos de ahí y hacia la calle llorando con un solo propósito: Hacer todo el plan de nuevo y matar al supervisor con una nueva persona que lo ayudara a desbaratar la enorme red. Sabía que había solo una persona que lo podía ayudar y no dudaría. Lo había conocido en los videos y archivos de su padre.
Su nombre era Iluné.

No hay comentarios:

Publicar un comentario