viernes, 12 de junio de 2015

Capítulo 9

Era ya la tercera vez que Berena había caído dormida desde que despertó aquella primera vez. Iluné no sabía nada de medicina pero era claro que su cuerpo todavía no estaba preparado para despertarse. Si la hubiesen atendido bien la hubiesen dormido, así habría descansado hasta el momento en que estuviera lista. Su sueño era tranquilo y por eso le pareció que era bueno dejarla un poco sola, salió de aquella habitación y afuera se encontró con Mirlo, su vecino que era casi un hermano para él. Desde que Mirlo había nacido siempre se había llevado bien con Iluné. Y este le había enseñado lo que sabía sobre mecánica para que pudiera arreglar todos los aparatos (incluyendo los DTA) así no tendría que trabajar como un Mensajero sino ayudar a todos ellos. Sabía que siempre y cuando Mirlo supiera todo eso, tendría más chances de sobrevivir en ese amargo mundo.
Iluné lo llevó a un costado, y le entregó el DTA modificado de Berena.
-Aprendé todo lo que puedas de esto, arma un plano de ser posible y después devolvémelo armado perfecto, ¿Sí?- Así lo preguntó aunque más sonó como una tarea de un sensei a su aprendiz.
-Claro- Dijo aquel muchacho de unos quince años - Pero ¿De donde sacaste esto?.-
-No importa ahora, es legal, pero prefiero que me lo devuelvas lo antes posible así que cerra tu taller aunque sea por hoy y dedicate a esto, se que te cuesta pero es mejor para todos.- Se dió media vuelta y entró nuevamente a la casa luego de lavarse la cara con un poco de agua helada en la canilla comunitaria.


Mirlo pasó las seis horas siguientes analizando ese dispositivo que era por lejos el mejor que había visto en toda su vida (incluso mejor que el de Iluné). Tenía más medidas de seguridad que las que cualquier U-Mensajero le ponía a sus DTA pero aquel genio de la mecánica no tuvo ningún problema para sortear uno tras otro hasta llegar a tenerlo completamente desarmado sobre una tabla.
Lo que más le impresionó fueron los materiales con los cuales estaba hecho. Eran los mismos materiales que los otros pero con algunos cambios de orden, algún engranaje más, una polea más y los resultados eran alucinantes: Duplicaba tanto la velocidad como la estabilidad.

A las seis horas y quince minutos estaba el dispositivo completamente armado nuevamente en la mesa de Iluné.

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